Como no recordar la escena de la película “Chocolat”, donde Juliette Binoche monta la vitrina de su chocolatería con manjares deliciosos que invitaban a entrar y degustar. Pues algo así sucede en Madrid solo que en lugar de Juliette Binoche su nombre es Paul Hector Bossier.
Paul es de origen belga y desde hace un año y medio ha abierto su chocolatería en la calle Bonetillo No 1 en pleno corazón del centro de Madrid. Al observar desde la calle tiene una pequeña vitrina adornada con huevos de chocolate que despiertan la tentación de cualquiera- sea amante o no del chocolate-, en la puerta un letrero “Chocolala Belga” y detrás de la puerta de cristal una figura del mítico personaje “Tin Tin” hecho de chocolate blanco y obscuro.Al entrar en el pequeño local, decorado de manera rústica y sencilla, perfumado por el aroma del chocolate y la madera, se encuentra a Paul con una enorme sonrisa, su gorro de pastelero y rodeado por bombones, trufas, tabletas, confitería de chocolate y con una actitud de hospitalidad dispuesta para compartir su “pasión” por el chocolate con todo aquel que entre y hacerlo sentir como en casa.
Desde los diez y seis años Paul ha estado involucrado en el mundo de la pastelería y chocolatería, ha trabajado como Maître Chocolatier en escuelas de Bélgica por nueve años. Además de esto Paul tiene formación en Bellas Artes, lo que le ha servido de complemento para destacar en su profesión chocolatera.
“El chocolate es mi vida, tengo suerte que nunca trabajo, sino disfruto lo que hago. Me doy cuenta que trabajo cuando tengo hambre o me canso”
Esta pasión ha hecho que Paul haya tenido la oportunidad de trabajar en París, Bélgica, Suiza, Austria y Barcelona .Desde antes de tener su establecimiento, ya trabajaba elaborando bombones y confitería para restaurantes en Barcelona y ahora también en Madrid.
Su producto estrella son las trufas, no son como las que se consumen habitualmente, tienen un sello característico en la receta, que Paul considera único y conserva el secreto como un tesoro. Con apariencia de pequeñas rocas que al morderlas tienen un suave relleno a chocolate untuoso en la boca. Además de esto, trabaja diferentes productos: cáscaras de naranja confitada con chocolate amargo (producto orgánico), tabletas de chocolate (orgánico), tabletas de chocolate con trozos de tomate deshidratado, trufas de café, cacao y rellenas de cava.
Para garantizar el sabor único de sus productos, Paul utiliza como materia prima chocolate elaborado directamente en Bélgica por Artesanos del chocolate, quienes a partir de la fórmula desarrollada por Paul procesan el chocolate en base a cacao de Costa de Marfil. Una vez terminado lo envían a Madrid para que él pueda elaborar sus productos. «Chocolala Belga» es la marca de Paul.
Aparte de sus clientes, la mejor referencia que tiene Paul antes de sacar creaciones nuevas ,es su madre, “ella tiene un paladar muy exquisito y exigente, me dice lo que le parece y lo que no, generalmente nunca falla”, asegura Paul sonriendo.
Todo el que entra a “Chocolala Belga”, vive una experiencia que va mas allá de comprar bombones, conoce y aprende sobre la elaboración de estos, los tipos de cacao y mejor aún pasa un rato agradable descubriendo el “alma alegre “que hay detrás de estas delicias. Vale la pena visitar este lugar no solo por los chocolates que son de por sí deliciosos sino por la experiencia de vida, y es que se entra siendo un cliente y se sale con un amigo nuevo.
“Aquí siempre me encuentran, trabajando en la cocina, acompañado de música y con ganas de compartir lo que tanto me gusta, hay que disfrutar la vida”
fijate fijate…jajajaj… los probaste sin mí !!! jajaja–bien